domingo, 26 de abril de 2015

POR QUÉ NUESTROS NIÑOS NO PUEDEN (NI DEBEN) ESTAR QUIETOS MUCHO TIEMPO

¿Quién no conoce a algún niño con el, tristemente ya famoso, Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH)? Pero ¿a qué, seguramente, lo que no saben es que quién lo "descubrío", Leon Eisenberg, poco antes de morir, reconoció que es "un claro ejemplo de enfermedad ficticia"? 

Seguro que también ustedes conocen al típico niño de primaria (¿tanto es necesario esperar para detectarlo?) que no puede parar en clase, y en el colegio recomiendan a su madre que realice una serie de test para "confirmar" que sí, que tiene TDHA. ¡Y todo porque no puede estar quieto como una vela en 1º de primaria! Además, el niño, al volver a casa, lo hace triste, desganado de todo, afligido y alicaído. Estados de ánimo impropios de un niño de su edad, que debe manar felicidad a raudales.

¿Se ha fijado que cada día más, y más niños son diagnosticados con dicho trastorno? Pero, aparte de los agentes exógenos que trataremos en otra ocasión, séase tabletas, teléfonos móviles, televisión, juguetes con sonidos estridentes..., díganme: ¿es normal que en algunas aulas de kindergarten o parvulitos se les pida a los niños que estén 30 minutos sin levantarse de la silla haciendo fichas? La pregunta se responde por sí sola.

Y entonces, ¿dónde está el problema? El problema está en la constante posición erguida en la que pretendemos obligar a que estén nuestros niños, cuando, no hace mucho, los niños corrían sin parar, subían a los árboles, bajaban colinas rodando sobre sí mismos, o se metían al río al coger renacuajos. En este caso, sí que cualquier tiempo fue mejor. Hoy en día, el tiempo del recreo se ha acortado, debido a la cantidad (¿y calidad?) de los conocimientos que debe adquirir en primaria, y rara vez pueden jugar al aire libre debido a los miedos de los padres, por lo que los niños de hoy tienen una grave carencia de movimiento, y eso, analizado objetiva, y científicamente, supone un grave problema.

Según un reciente estudio en una clase de 5º de primaria, y realizando una comparativa respecto a otros datos de niños del mismo curso de los años '80, se dedujo que tan sólo uno de cada 12 tenían una fuerza y un sentido del movimiento y del equilibrio similar. ¡1 DE 12! Y todo debido al poco movimiento que realizan, ya que, no sólo necesitan mover sus cuerpos en todas las direcciones y durante varias horas al día, sino que lo necesitan hacer más de una vez a la semana para poder alcanzar los estándares adecuados a su edad.

Todo ello, a aparte de suponer un atrofiamiento físico del niño, supone que vayan a clase con cuerpos que están menos preparados que nunca para aprender, y que no funcionan apropiadamente para esa misión, porque, además, se les pide que permanezcan sentados y presten atención. Ante ello, es lógico que los niños empiecen a moverse para intentar obtener así el movimiento que su cuerpo, ¡y su cerebro!, por cuanto que está sobradamente demostrado que a través del movimiento se retienen mejor los conocimientos mediante las conexiones neuronales que se producen a través de dicho movimiento. ¿Quién no recuerda aprenderse las tablas de multiplicar dando palmas o saltando? 

Cuando un niño no puede estar quieto en clase un rato, es un indicador claro de que está carente del movimiento que necesita a lo largo del día, por eso en nuestra guardería vamos al parque andando, y estamos allí una hora diaria, para que así nuestros niños jueguen al aire libre y puedan formarse un sistema sensorial saludable, a la vez que generar un aprendizaje y atención de mejor nivel dentro del aula.

Los niños sólo aprenden si están atentos, pero para poder estar atentos necesitan haberse movido antes. Y mucho. ¡MUÉVANLOS! :)

No hay comentarios:

Publicar un comentario